En la Cartuja, padres y hermanos, conviven, bajo forma algo diversa, la misma vocación solitaria y contemplativa. La vida del monje cartujo, plenamente consagrada a Dios, se desarrolla en un tiempo y un espacio plenamente sacros. Las Horas Canónicas ( Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas) con sus plegarias correspondientes, jalonan la jornada. Una jornada que está integrada por un conjunto armónico y equilibrado de actividades espirituales y materiales en distribución metódica y prudente, avalada por una larga experiencia de siglos, que ayuda al equilibrio personal y permite al solitario alcanzar la meta de su vocación: santificarse en su unión con Dios para bien de las almas y propio.
Los Monjes de Claustro (Padres) en el retiro de la celda, ocupan la mayor parte del día en ejercicios del espíritu intercalados con trabajos manuales. Los ejercicios del espíritu: Leccio Divina, estudio teológico o espiritual, oración continua, etc. son realizados por el monje en actitud vigilante, gozosa y confiada a la espera del encuentro con Aquel (Dios) que le ha llevado al desierto, para hablarle amorosamente en la intimidad de su corazón
Los trabajos manuales tienen como finalidad el descanso mental, el ejercicio físico conveniente para la salud, servir a la comunidad con su trabajo y atender al mejor fin de su vocación. El monje cuida y limpia su celda, cultiva las plantas y árboles de su huerto/jardín y ejecuta pequeños trabajos de artesanía. Colabora en las actividades comunitarias y en la formación y atención espiritual de los Hermanos.
Los Hermanos tienen también, en sus respectivas celdas, tiempos de soledad, de oración litúrgica y personal, de lectura y estudio. Participan junto con los Padres, en la triple reunión diaria de la iglesia y disfrutan de una amplia libertad para cumplir personalmente sus rezos litúrgicos.
Emplean fuera de la celda, de seis a siete horas al día en trabajos materiales, indispensables para la comunidad, o a labores de cierta especialidad técnica realizados, en lo posible, guardando soledad y silencio. Santifican el trabajo manteniéndose en la presencia de Dios mediante jaculatorias o interrumpiendo brevemente el trabajo con oraciones. Un día al mes pueden realizar en su celda ejercicios espirituales y, una vez al año, durante ocho dias realizan en su celda un «retiro».
Los Hermanos unen a la vida contemplativa la acción al servicio de Dios y de la comunidad en una fórmula equilibrada y adaptada a las exigencias del hombre de hoy. Con su trabajo abnegado, sostienen la economía, la vida y la vocación de los demás y fieles a los ideales contemplativos, se santifican consagrando el mundo a la gloria del Señor.